El escritorio de

         Los signos de puntuación estrafalarios son forzados para mostrar su ruptura con el resto de literatura publicable. Así como el modo de aplicarlos son debido a que toda la obra de Carlos Rico está pensada para ser recitada, incluso la prosa busca ser leída en voz alta espejeándose en los antiguos juglares que concebían el arte como un pasatiempo público, que llegase a cuanta mayor parte de gente mejor, aunque su temática algunas veces produzca el efecto contrario.

 

          Sus escritos trotan la sencillez y un lenguaje a menudo callejero que busca alejarse de los academicismos y taladrar cualquier mente que se preste a leer estos textos trepidantes, más bien crudos y sin tapujos. La sencillez como lo más difícil de aplicar en el mundo de las letras; como él siempre dice: "si sólo eres capaz de expresar con palabras difíciles una idea fácil, jamás podrás entender o apreciar el proceso inverso".

 

          En cuanto a las mayúsculas y minúsculas añadir por último la idea que, salvo excepciones puntuales, el autor no encuentra valor diferenciable o clasicista entre las palabras. Para él todas tienen la misma importancia, de ahí que no suela poner nada en mayúsculas salvo excepciones contadas.

 

 

Livia Gloriac